A partir de un recuerdo difuso sobre su abuelo, la realizadora sumerge al espectador en un viaje en el que dialogan tres generaciones sobre la memoria personal y colectiva. Para no perder ese recuerdo, recurre a la memoria de su abuela, a los álbumes de fotos y a los registros que de VHS para intentar comprender cómo funciona la memoria afectiva. Es Bautista, su sobrino de 6 años, la persona que se encarga de mostrarle otra forma de acercarse a la memoria.