Una película de proceso, de observaciones y notas; sobre la belleza que tienen los instantes perdidos.
Las orejas de los caballos. de pie contra el horizonte, recortan el amanecer cerrado. Una chica patina en rollers sobre el parquet de un departamento vacío. En el jardín con color de lluvia, un rosal blanco con rocío. Borrá todo lo que dije del amor, porque no sabía bien quién era es una sumersión en la laguna de imágenes personales, que rastrea, casi sin querer, una pregunta sobre la identidad, el transcurrir y el paisaje interior. Desde su título se habla de una persona, un acto de reconocimiento y un hallazgo. Es un yo que dice “no sé”; “ahora sé algo, pero es probable que no vuelva a entenderlo”. El encuentro de una forma de estar vulnerable sin derrumbarse, con las imágenes de la memoria y en el presente, de un modo abierto, poroso, activo y fluido. Su registro se asemeja a un trabajo de recolección, de imágenes y temas recurrentes: las flores, la cercanía, el fuego, los caballos, el dolor, el campo, la pérdida, la ausencia, el viaje, la alegría, la hermandad, el brillo, la música, la fragilidad, la mirada. Imágenes de un espacio interior específico, pero igual de profundo y potente en todos nosotros. Una película de proceso, de observaciones y notas; sobre la belleza que tienen los instantes perdidos.