Una reflexión lúcida, conmovedora y veraz sobre un tema demasiado universal: la lucha de la vida contra la muerte en los regímenes autoritarios.
La película trata sobre la tortura durante el período de la dictadura en Brasil, mostrando cómo sobrevivieron sus víctimas y cómo enfrentan esos años de violencia dos décadas después. Más que describir el abuso, la película pone el foco en el precio que estas mujeres pagaron, y todavía pagan, por haber sobrevivido con total lucidez a la experiencia de la tortura.
Lúcia Murat optó por grabar los testimonios de ex presas políticas en video, con un encuadre similar al de un retrato 3×4. Eligió filmar su vida cotidiana con luz natural, representando así la vida aparente, y utilizar la luz teatral para centrarse en lo que hay detrás de la fotografía: el discurso inconsciente del monólogo del personaje interpretado por Irene Ravache.