El segundo largometraje de Isabel Coixet es un film de costumbrismo sutil, que se sustenta en la cotidianidad para bucear en los sentimientos de sus personajes
Don es un vendedor de casas que en su tiempo libre presta servicio voluntario en el Teléfono de la Esperanza. Ann trabaja en una tienda de artículos de vídeo y fotografía y su novio la va a abandonar. Ella para intentar recuperarlo graba una cinta de vídeo donde le cuenta “cosas que nunca le dijo”. Las vidas de Don y de Ann se entrecruzan provocando cambios fundamentales en sus trayectorias.