En 1835 la Pampa es una tierra inmensa y desolada que ha caído en una total anarquía. Entre los grupos de hombres armados que exigen recursos y sumisión a los pocos campesinos que allí viven, destaca uno que busca fundar un nuevo orden.
Es 1835, y la Pampa, esa tierra inmensa y vacía, es recorrida por pandillas de hombres armados, ex soldados ya sin utilidad militar, que exigen sometimiento, vituallas y dinero a los infortunados y escasos campesinos. Aunque sean rivales entre sí, todos esos grupos dicen representar al “Movimiento”. Al frente de una de esas pandillas está un hombre con cierto nivel educativo que intenta fundar un nuevo orden para la región. Aunque no pocos serán seducidos por su verborragia, se revelará tan violento e inescrupuloso como los demás, alguien que no vacila en apelar a cualquier método para obtener sus fines. En una entrevista, el director Naishtat explicó que ve en aquellos movimientos que en el siglo XIX ensangrentaron la Argentina como un antecedente del patoterismo paramilitar de los años 70 y del sindical y el barrabrava de hoy. Realizada con bajo presupuesto a partir de un premio coreano, en blanco y negro y en escaso tiempo, la película, según el crítico de La Nación Diego Battle, tiene “algo de historia de pandillas, de western, de thriller político y de costumbrismo folklórico.” Fue presentada en el Festival de Locarno.