Una extraordinaria ópera prima sobre la soledad y la desconexión con el entorno y la comunidad en la era contemporánea.
A bordo de un crucero que recorre el sur de América Latina, un joven marinero descubre una puerta que conduce misteriosamente a un apartamento en Montevideo. Mientras tanto, a miles de kilómetros de ahí, en los alrededores de un pequeño pueblo rural en las terrazas de arroz de Filipinas, un grupo de campesinos parece haber encontrado una vieja caseta abandonada en la cima de un monte, a la que le atribuyen causas sobrenaturales.
La sección Forum de la 70ª edición del Festival de Berlín acogió el estreno de la enigmática ópera prima del cineasta Alex Piperno. "Como uruguayo que reside en Argentina —comenta Piperno— vuelvo a mi país con frecuencia, casi siempre en barco, en un viaje que dura tres horas. El barco funciona como un intervalo entre estos dos mundos posibles: la frontera de dos lugares que no se tocan; pero también, la frontera de infinitos lugares que podrían tocarse. Descubrí que el barco era un dispositivo de puertas secretas que llevaban a distintos lugares que eran lejanos y contiguos a la vez. Una zona indeterminada, fantástica". Esa poética y reconocible sensación de extrañeza de la que habla el cineasta, es la misma que ha logrado proyectar en su ópera prima, un relato fantástico sobre misteriosos y laberínticos portales mágicos e individuos que tendrán la oportunidad de atravesarlos para unir así mundos aparentemente desconectados. Una onírica ópera prima tan extraordinaria como hipnótica.